Onegin

Cuando la estudiosa Tatiana conoce a Eugenio Oneguin, queda prendada de él. Enigmático y refinado, parece el héroe de una de sus novelas. Oneguin la rechaza, viéndose solo como una ingenua campesina. ¿Un encuentro en un baile muchos años después le ofrecerá otra oportunidad en el amor?

Sesenta años después de su creación, la exploración que Onegin hace del afecto no correspondido, las decisiones impulsivas y el amargo arrepentimiento todavía hoy rompe corazones.

John Cranko conoció la novela en verso de Alexander Pushkin , Eugenio Oneguin, cuando coreografió las danzas de la ópera homónima de Piotr Ilich Chaikovski en 1952. En 1965, creó su propia y distintiva versión de la obra de Pushkin para el Ballet de Stuttgart. Oneguin despliega todo el genio de Cranko como coreógrafo narrativo, presentando personajes finamente dibujados que se transforman ante los conflictos que enfrentan.

La relación entre Onegin y Tatiana se representa a través de intensos duetos, como la escena de la escritura de cartas, donde la joven Tatiana baila un pas de deux de ensueño con su amado. El papel de Tatiana presenta numerosos desafíos para la bailarina: la transformación de una chica rural estudiosa en una mujer sofisticada en la cúspide de la sociedad petersburguesa requiere sensibilidad dramática y delicadeza técnica. La coreografía de Cranko incorpora una gama ecléctica de estilos de danza, incluyendo folk, moderno, de salón y acrobático.

Si bien Chaikovski es más famoso por su música en El lago de los cisnes, La Bella Durmiente y El Cascanueces, sus obras para piano menos conocidas constituyen la base de los imponentes arreglos de Kurt-Heinz Stolze para Onegin. Esto incluye selecciones de Las estaciones, su ópera Cherevichki y la fantasía sinfónica Francesca da Rimini.